viernes, 2 de octubre de 2009

¿Cúantas civilizaciones avanzadas pueden existir en el universo?, La Ecuación de Drake



INTEGRANTES:
MARTINEZ HINOJOSA BERENICE
MENDOZA LOPEZ MARIA
MORALES ALEJANDRE ANA LAURA
PEDRAZA BERMUDEZ MITZY


CIVILIZACIONES EXTRATERESTRES QUE EXISTEN EN EL UNIVERSO QUE CON LLEVA A LA FORMULA DE DRAKE

Según las investigaciones expertas se ha dicho que existen mas de 40 000 civilizaciones extraterrestres en toda la vía láctea donde nos encontramos por su puesto estamos alejados gracias a todos esos años luz de distancia pero no significa que no estén cerca de nosotros o puedan habitar aquí o estar en contacto con nosotros se ha debatido mucho estos temas por que son pluralistas pero se haya dicho cuantas civilizaciones hay pero gracias al astrónomo de31 años Frank Drake que estudio en la universidad de E.U que en el año de1961 descubrió y creo una formula llamada por el DRAKE EQUATION esta ecuación es muy complicada de entender por que se usa una serie de productos notables para calcular civilización que posiblemente existen y además los científicos no han podido calcular L Fc puesto que N no se sabe cuanto es el valor, se dice que hay mas 100 000 estrellas fijas por cada civilización

Frank Drake, por su parte, es un astrónomo y astrofísico estadounidense, nacido en 1930 en Chicago, que ha dedicado su vida al conocido proyecto SETI [Search for extraterrestrial intelligence = "búsqueda de inteligencia extraterrestre], y que sigue esperando, como todos los que participan en dicho proyecto, que algún día sea detectada con la ayuda de los radiotelecopios una civilización de otro planeta, cercano o lejano en la Vía Láctea.
Frank Drake, por su parte, es un astrónomo y astrofísico estadounidense, nacido en 1930 en Chicago, que ha dedicado su vida al conocido proyecto SETI [Search for extraterrestrial intelligence = "búsqueda de inteligencia extraterrestre], y que sigue esperando, como todos los que participan en dicho proyecto, que algún día sea detectada con la ayuda de los radiotelecopios una civilización de otro planeta, cercano o lejano en la Vía Láctea.
La ecuación de Drake se hizo popular con la emisión de la serie Cosmos, de Carl Sagan, y la posterior publicación del libro sobre la serie. En el capítulo doce, el penúltimo de la serie, titulado Enciclopedia Galáctica, Sagan discute sobre la posibilidad de contactar con otras civilizaciones de otros planetas. Para ello comienza estableciendo un paralelismo con el reencuentro con la civilización egipcia, que se dio en el siglo XIX gracias al descubrimiento de la piedra de Rosetta, y luego argumenta sobre los obstáculos para comunicarse con otras civilizaciones, los avances tecnológicos necesarios, y lo más importante de todo: cuántas civilizaciones extraterrestres pueden existir en nuestra Vía Láctea. Ese número es N.


Frank Drake tuvo el mérito, en 1960, de descomponer N en un producto de factores, cada uno de ellos siendo una cantidad que representa alguna característica necesaria para el desarrollo y la estabilidad de una civilización en cualquier planeta de nuestra galaxia:
R* representa el ritmo anual de estrellas adecuadas que se forman por año en nuestra galaxia. Una estimación de 1961 afirmaba unas 10 por año.
fp es la fracción de estrellas dentro de la Vía Láctea que tienen planetas a su alrededor. Podría ser, por ejemplo el 50%, o lo que es lo mismo, 0.5.
ne es el número de planetas que suelen tener las estrellas y que son aptos para el desarrollo de la vida. Puede ser, por ejemplo 2.
fl es el porcentaje o fracción que de hecho desarrollan vida. Puede ser el 100%, es decir, 1.
fi es la fracción de esos planetas donde se desarrolla vida inteligente. La estimación de 1961 fue de 1%, es decir, 0.01.
fc es el porcentaje de esas culturas de vida inteligente que llegan realmente a poder comunicarse a través del espacio. Se dio una estimación de un 1%, 0.01.
L es el número de años que esa civilización puede estar comunicándose antes de perder esa capacidad, ya sea por autodestrucción o por decadencia tecnológica. Se estimó una cifra de unos 10.000 años.
Según estas estimaciones de 1961, N resultaba ser de 10: en cualquier momento podía haber hasta 10 civilizaciones en la Vía Láctea con capacidad de comunicarse con nosotros.
Posteriormente, estas estimaciones se han retocado muy a la baja. No es mi objetivo discutir aquí sobre los cálculos pasados y presentes de cada uno de los factores, pues eso pertenece ya a otros terrenos de las ciencias: astrofísica, química orgánica, biología evolutiva, historia, sociología y hasta política. Carl Sagan discute con detalle en su libro Cosmos los diversos factores y el por qué de su cálculo.
Sin embargo me gustaría señalar que resulta evidente que algunos factores sean más asequibles de conocer que otros; el primero de todos, R*, es medible con estimaciones astronómicas avanzadas, y el segundo, fp, se está estudiando de forma cada vez más sólida con el descubrimiento de los planetas extrasolares. Pero para los demás factores sólo se cuenta, de momento, con teorías basadas en lo que sabemos de nuestro propio sistema solar, de nuestro planeta y de nuestra civilización, y generalizar al resto de la Vía Láctea es muy arriesgado, aunque siempre interesante
Detalles de la ecuacion
Nuestro sol es sólo una estrella solitaria en la abundancia de 7×1022 estrellas en el universo observable.[1] La Vía Láctea es tan sólo una de entre las 500.000.000.000 galaxias del Universo. Parece que debería haber un montón de vida ahí fuera.
El primero en hacer una estimación inicial fue el astrónomo Frank Drake. Éste concibió una ecuación, ahora conocida como Ecuación de Drake, basada en varios parámetros:
Donde N representa el número de civilizaciones que podrían comunicarse en nuestra galaxia, la Vía Láctea. Este número depende de varios factores:
R* es el ritmo anual de formación de estrellas "adecuadas" en la galaxia.
fp es la fracción de estrellas que tienen planetas en su órbita.
ne es el número de esos planetas orbitando dentro de la ecosfera de la estrella (las órbitas cuya distancia a la estrella no sea tan próxima como para ser demasiado calientes, ni tan lejana como para ser demasiado frías para oder albergar vida).
fl es la fracción de esos planetas dentro de la ecosfera en los que la vida se ha desarrollado.
fi es la fracción de esos planetas en los que la vida inteligente se ha desarrollado.
fc es la fracción de esos planetas donde la vida inteligente ha desarrollado una tecnología e intenta comunicarse.
L es el lapso de tiempo, medido en años, durante el que una civilización inteligente y comunicativa puede existir.
Estimación inicial
En 1961, Drake y sus colegas asignaron los siguientes valores a cada parámetro:
R* = 10/año (10 estrellas se forman cada año)
fp = 0.5 (La mitad de esas estrellas cuentan con planetas)
ne = 2 (Cada una de esas estrellas contiene 2 planetas)
fl = 1 (El 100% de esos planetas podría desarrollar vida)
fi = 0.01 (Solo el 1% albergaría vida inteligente)
fc = 0.01 (Solo el 1% de tal vida inteligente se puede comunicar)
L = 10.000 años (Cada civilización duraría 10.000 años trasmitiendo señales)

Fórmula y solución dada por Drake:
N = 10 × 0.5 × 2 × 1 × 0.01 × 0.01 × 10,000
N = 10 posibles civilizaciones detectables.
Desde que Drake publicó esos valores dados a cada parámetro muchas personas han tenido considerables desacuerdos.
Otras estimaciones
Planteamientos
R* = Ritmo de formación de estrellas "adecuadas" en la galaxia (estrellas por año).
Según los últimos datos de la NASA y de la Agencia Espacial Europea el ritmo de producción galáctico es de 7 estrellas por año.[2] En el entendido que son aptas Estrellas tipo K y G y si del total de estrellas 12,1% son estrellas de tipo K y un 7,6% son estrellas tipo G como el Sol,[3] entonces solo el 19,7% de esas 7 estrellas que nacen cada año son propicias, por lo tanto solo 1,379 de esas siete estrellas anuales es verdaderamente apta.
fp = Fracción de estrellas que tienen planetas en su órbita.
Modernos investigadores del Observatorio Europeo Austral dedicados a la búsqueda de planetas argumentan que aproximadamente una de cada tres estrellas de tipo G podría contener planetas.[4] En la estimación no se cuenta el porcentaje de planetas en estrellas naranjas o enanas rojas.
ne = Número de esos planetas en el interior de la ecosfera de la estrella.
El número de planetas orbitando dentro de la ecosfera o zona habitable con orbita no excéntrica se estima en torno a uno de cada doscientos, en base al único descubrimiento al respecto hasta la fecha, Gliese 581 d (en torno a una estrella enana roja).[5] [6] En esta estimación no se cuentan posibles satélites de exoplanetas masivos. También cabe esperar que las limitaciones tecnológicas actuales para detectar planetas de tamaño terrestre estén alterando notablemente el dato.
fl = Fracción de esos planetas dentro de la ecosfera en los que la vida se ha desarrollado.
En 2002, Charles H. Lineweaver and Tamara M. Davis (de la Universidad del Sur de Nueva Wales y del Centro Australiano de Astrobiología) estimaron que trece de cada cien planetas dentro de la ecosfera que han vivido alrededor de 1,000 millones de años pueden desarrollar vida.[7] En la estimación no se cuenta con planetas que hayan vivido menos de ese tiempo dentro de una ecosfera estable.
fi = Fracción de esos planetas en los que la vida inteligente se ha desarrollado.
La cantidad de oportunidades para que se desarrolle vida inteligente en esos planetas estables se puede extrapolar de la fracción de tiempo que representa la vida inteligente en la Tierra, en relación con tiempo transcurrido desde la aparición de la vida unicelular. Es decir: de los 3.700 millones de años de vida en el planeta[8] sólo en los últimos 200.000 años ha existido el Homo Sapiens.[9] [10] [11]
fc = Fracción de esos planetas donde la vida inteligente ha desarrollado una tecnología e intenta comunicarse.
Según la estimación inicial de Drake, la posibilidad de desarrollar tecnología capaz de emitir señales de radiofrecuencia es de una en cien. Este valor adoptado, no obstante, es una simple conjetura. Se ha sugerido otra alternativa para estimar la cantidad de oportunidades para que la vida inteligente emita radiofrecuencias, que consistiría en extrapolar la fracción de tiempo que pueda durar la humanidad transmitiendo señales de radio en relación al tiempo transcurrido desde su aparición (hace 200 mil años). El lapso de tiempo que pueda durar la civilización industrial emitiendo señales de radio se podría basar del dato aportado en el parámetro L.[12] [13]
L = El lapso de tiempo que una civilización inteligente y comunicativa puede existir (años).
La expectativa de vida calculada en un artículo de la revista Scientific American hecha por Michael Shermer fue de 420 años en promedio, en base a la observación de seis civilizaciones humanas antiguas que usaron consistentemente una tecnología preindustrial.[12] Según la Teoría de Olduvai el tiempo de vida de la actual civilización industrial será de 100 años (1930-2030) coincidiendo más o menos en su aparición con el comienzo de emisiones de radio (1938).[13]
Respuestas
Ecuación:
N = R × fp × ne × fl × fi × fc × L
Estimación hecha por Drake:
N = 10 × 0.5 × 2 × 1 × 0.01 × 0.01 × 10,000
N = 10 posibles civilizaciones detectadas al año.
Estimación hecha contando la estimación de duración de la civilización hecha por Michael Shermer con el parámetro fc de Drake:
N = 1.379[3] × 0.333[4] × 0.005[5] × 0.13[7] × 0.000054[8] [9] × 0.01 × 420[12] [1]
N = 0.0000000676963 posibles civilizaciones detectadas al año.
Estimación hecha contando la estimación de duración de una civilización hecha por Michael Shermer
N = 1.379[3] × 0.333[4] × 0.005[5] × 0.13[7] × 0.000054[8] [9] × 0.0021[12] × 420[12] [2]
N = 0.0000000142162 posibles civilizaciones detectadas al año.
Una civilización detectada cada 70.342.300 años en la Via Lactea. [3]
Una civilización detectada al año dentro de un grupo de 70.342.300 galaxias del tamaño de la Via Lactea.
Tomando como dato estimaciones recientes del número de estrellas en el universo[1] debe haber al año 4975 civilizaciones emitiendo señales de radio en todo el universo observable. [4]
Estimación hecha contando la estimación de duración de la civilización industrial actual por la Teoría de Olduvai con el parámetro fc de Drake:
N = 1.379[3] × 0.333[4] × 0.005[5] × 0.13[7] × 0.000054[8] [9] × 0.01 × 100[13] [5]
N = 0.0000000161182 posibles civilizaciones detectadas al año.
Estimación hecha contando la estimación de duración de la civilización industrial actual por la Teoría de Olduvai:
N = 1.379[3] × 0.333[4] × 0.005[5] × 0.13[7] × 0.000054[8] [9] × 0.0005[13] × 100[13] [6]
N = 0.000000000805908 posibles civilizaciones detectadas al año.
Una civilización detectada cada 1.240.836.423 años en la Via Lactea. [7]
Una civilización detectada al año dentro de un grupo de 1.240.836.423 galaxias del tamaño de la Via Lactea.
Tomando como dato estimaciones recientes del número de estrellas en el universo[1] debe haber al año 282 civilizaciones emitiendo señales de radio en todo el universo observable. [8]
Cada una de esas civilizaciones tiene una separación de 2 mil millones de años luz con respecto a otra.
Aproximadamente 110 de esas civilizaciones habitan en torno a una estrella tipo G.
En los últimos 7 mil 500 millones de años en la Vía Láctea solo han existido de dos a tres civilizaciones con tecnología muy parecida a la nuestra en torno a una estrella de tipo G.[9]
En los últimos 7 mil 500 millones de años en el universo observable han existido 819 mil millones de civilizaciones con tecnología muy parecida a la nuestra en torno a una estrella de tipo G.[10]


Especulaciones sobre la evolución de la ecuación
Debido a la falta de evidencias, a medida que la tecnología evolucione, muchos parámetros de la ecuación podrían variar notablemente. Se han teorizado diversos cambios:
A favor de vida más abundante.
No se ha dilucidado bien si las ecosferas de planetas en estrellas enanas naranjas o enanas rojas pudieran ser estables mejorando la cifra en torno a R en caso de que fueran aptas.
En el estimado no se cuentan posibles satélites de exoplanetas masivos mejorando la cifra en torno a fp.
Falta de empleo de mejor tecnología para detectar planetas rocosos de tamaño terrestre, mejoraría la cifra en torno a ne.
Otro criterio carente es el importante hecho de lo que se debiera tomar por definición de vida, pudiera existir vida en torno a replicadores distintos al ADN o ARN en situaciones físicas muy distintas.
En contra de vida más abundante
En el estimado no se cuentan con planetas que hayan vivido menos de 1000 millones de años en una ecosfera estable como criterio generador de vida, pudiendo cambiar la cifra en torno a fl.
Las estimaciones de Drake desde un inicio no cuentan aquella fracción de planetas con elementos quimicos propicios para la vida, como el agua o la fuente de carbon y otros tantos requisitos, pero pueden estar implícitos en torno a fl.
No se cuentan con parámetros que puedan definir aspectos mencionados en la hipótesis de la tierra rara como:
La ubicación del sol en el disco galáctico.
El efecto joviano, que sirve de escudo protector.
El efecto lunar, que estabiliza el eje de rotación terrestre.
El efecto de la tectónica de placas terrestre, que sirven de termostato.
El efecto del núcleo terrestre, protegiendo la atmósfera del viento solar.
Elemento de efecto imprevisible:
Los ritmos y tiempos de los eventos históricos y de las pautas de crecimiento poblacional pudieran no ser las mismas que el de la historia humana. Cambiaría la cifra en torno a fc y L.
El mosaico obtenido consiste en más de 3000 imágenes individuales escrupulosamente unidas para ofrecer una amplio panorama de nuestro vecino galáctico.
Los datos del telescopio Spitzer han mejorado drásticamente las medidas en infrarrojo de Andrómeda, pudiéndose deducir que esta galaxia emite la misma cantidad de energía que 4000 millones de soles. Basándose en estos datos, los astrónomos han confirmado que existen aproximadamente un billón de estrellas en Andrómeda. Como comparación, se estima que la Vía Láctea alberga 200 000 millones de estrellas.
Esta es la primera vez que se determina la población estelar de Andrómeda empleando el brillo en infrarrojo de dicha galaxia, medidas que están de acuerdo con las estimaciones previas de masa basadas en el movimiento orbital de las estrellas en torno a su núcleo. El telescopio Spitzer ha permitido observar con claridad el material formador de estrellas desde sus límites exteriores hasta el núcleo. Ahora, el objetivo de los científicos es entender cuáles son los procesos que distribuyen el gas y el polvo y qué mecanismos contribuyen a la formación estelar en diferentes lugares de la galaxia.
La cámara en infrarrojo de Spitzer capturó tanto la luz procedente de estrellas viejas (azul) como el polvo constituido por moléculas denominadas hidrocarburos policíclicos aromáticos (rojo). Estas moléculas que contienen carbono son calentadas por la luz estelar y brillan en longitudes de onda del infrarrojo. Frecuentemente se encuentran asociadas a nubes densas de estrellas recién nacidas y no son extrañas en nuestro propio planeta, ya que suelen ser el producto resultante de la actividad industrial.

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La galaxia de Andrómeda, también conocida por los astrónomos como Messier 31, se encuentra localizada a 2.5 millones de años-luz en la constelación de Andrómeda. Se trata de la galaxia mayor más próxima a la Vía Lactea y un objeto especialmente interesante para su estudio por los astrónomos. Su diámetro es de 260 000 años-luz, lo cual significa que un rayo que luz tardaría 260 000 años en recorrerla de extremo a extremo. En comparación nuestra galaxia tiene unos 100 000 años-luz de diámetro. Vista desde la tierra, Messier 31 abarca una porción del cielo equivalente a 7 diámetros lunares y es fácilmente localizable con unos prismáticos en una noche despejada.



http://images.google.com.mx/imgres?imgurl=http://www.dgraficoubp.com.ar/wp-content/uploads/2009/03/drakeequation0011.jpg&imgrefurl=http://www.dgraficoubp.com.ar/%3Fp%3D127&usg=__47REA2a3D1RSHpj4d2KxI7RdKrQ=&h=385&w=545&sz=400&hl=es&start=7&tbnid=rJ_dri-UXgkBr
http://es.wikipedia.org/wiki/Ecuaci%C3%B3n_de_Drake
http://ciudadanodelmundo.espacioblog.com/post/2006/05/03/la-formula-drake
http://www.hispaseti.org/la_formula_de_drake.php






















AVISTAMIENTOS OVNIS




INTEGRANTES DEL EQUIPO:
*CAÑEDO PINEDA BERENICE MARLEN
*DE LEON GARAY JUANA
*VALDES OLVERA Ma. DE LOS ANGELES
*VILLALVA SOSA DANIELA



INTRODUCCION
En este presente trabajo explicaremos los diferentes avistamientos de OVNIS en los últimos años según la gente que los ha visto ya que se ha comprobado que todo es un dilema y farsa por parte de la gente que lo comenta y además trata de argumentarlo con imágenes; ya que estos son fotomontajes de todo tipo preparadas para este tipo de farsa.
DESARROLLO
Se convirtieron en el tema estrella de debate entre políticos, militares y científicos durante la guerra fría y deslumbraron a los habitantes de nuestro planeta. Los ovnis vivieron una época de esplendor a mediados del siglo pasado. ¿Por qué parecen haberse apagado los misterios y destellos de sus naves seis décadas más tarde?
Sesenta años atrás, en el verano de 1947, el piloto aficionado Kenneth Arnold sobrevolaba con su avioneta el monte Ramier (noroeste de EE UU) cuando se topó con siete extraños objetos que se desplazaban por el cielo a velocidad supersónica, "como platos rebotando sobre el agua", según comunicó a la prensa. El reportero de Associated Press informó que había visto "platillos voladores", pese a que Arnold dijo que los bólidos parecían más bien triangulares. No importaba: a los medios de comunicación les gustó esa descripción y la pusieron en circulación. La repercusión fue inmensa: en los meses siguientes se comunicaron avistamientos similares en todo el país y se habló de un platillo estrellado en Rosswell (Nuevo México), cerca de la base de los bombarderos con armamento atómico. Había nacido el fenómeno de los objetos voladores no identificados (más conocido por las siglas OVNI).

El firmamento se colmó de platillos. Hubo oleadas memorables, como la que en 1952 conmocionó la ciudad de Washington. Medio mundo había visto un ovni o conocía a alguien que lo había avistado. Nadie podía ignorarlos: políticos, militares y científicos se veían obligados a discutir sobre su presunto origen alienígeno. En aquellos años, negar la posibilidad de vida inteligente en otros astros era el súmmum de lo políticamente incorrecto.
Seis décadas más tarde, los avistamientos de platillos se han vuelto esporádicos, y la prensa seria apenas les presta atención. Los apocalípticos mensajes de sus presuntos tripulantes han caído en el olvido; y las lucubraciones sobre la existencia de inteligencias extraterrestres han perdido mucho de su atractivo. Quienes salen a observar el cielo nocturno no van con la ilusión de divisar ovnis, sino, a lo sumo, una lluvia de estrellas. ¿Cómo se desinfló tan drásticamente el fenómeno quizá más enigmático del siglo XX?
Para responder convendría recordar que al principio nadie los relacionó con seres del espacio. La guerra fría arreciaba y las sospechas cayeron en los soviéticos y las Fuerzas Armadas estadounidenses. El hermetismo que rodeó la creación de la bomba atómica fijó la idea de que los militares ocultaban más de lo que decían. Parecía lógico que Arnold hubiera presenciado ensayos ocultos con misiles, explosivos y aviones espía. Así lo refleja la película The Flying Saucer (EE UU, 1950), en la que un sabio ruso inventa un platillo para vendérselo a unos estadounidenses convencidos de que "parece diseñado con un único fin: transportar una bomba atómica".
Esa asociación con armas nucleares no se entiende sin la psicosis atómica de la época. La bomba A, se decía, había abierto un estadio superior: la era nuclear. La revista Life calificó la fisión del átomo como "el mayor acontecimiento desde el nacimiento de Cristo". Pero no todos compartían ese entusiasmo. "¡Hemos creado un monstruo!", exclamó un locutor de la cadena NBC al oír de la destrucción de Hiroshima. La volatilización de las ciudades japonesas generó el temor a sufrir una tragedia similar. El sentimiento de inseguridad afectó a Superman, el icono de la autoestima nacional. El Hombre de Acero dejó de ser invulnerable. La culpa la tenía la kryptonita, una sustancia radiactiva. No se podía simbolizar mejor la angustia estadounidense de que el poder nuclear se transformase en su talón de Aquiles.
La inquietud creada por los ovnis dio lugar a pesquisas oficiales. Los expertos de la Fuerza Aérea estadounidense los desvincularon de la URSS y los imputaron a fenómenos atmosféricos y percepciones erróneas. Daba igual: ni los avistamientos ni el interés de la prensa y el público por el tema decayeron. En 1950, una encuesta Gallup indicó que todavía el 92% de los entrevistados creía que se trataba de un secreto militar estadounidense.
Ese año, Donald Keyhoe, ex oficial de marines y autor de cuentos fantásticos, proclamó que los ovnis eran naves venidas del espacio a vigilar los avances atómicos. Los militares lo sabían, pero lo ocultaban, acusó. No les tocaba a los testigos probar la veracidad de sus palabras, sino al poder demostrar que no escondía datos. Su declaración cayó en un terreno abonado por el pánico. El presidente Harry Truman, al saber de la existencia de la bomba A soviética, había ordenado fabricar un artefacto ultra destructivo, la bomba H, e instado a la población a prepararse para un conflicto nuclear.
En 1952, otro escritor de ciencia-ficción, George Adamski, anunció su encuentro con un venusino, quien le advirtió telepáticamente de los riesgos de la carrera nuclear. Se convirtió en el primer contactado de una larga lista.
Pocos repararon entonces en el parecido de las declaraciones de Adamski con la película de Robert Wise estrenada el año anterior, Ultimátum a la Tierra, donde el emisario de la confederación galáctica baja con su platillo en Washington con un aviso para los terrícolas: o terminan sus guerras o ellos impondrán la paz por la fuerza. No menos sorprendentes eran las coincidencias entre los relatos de los contactados y los cuentos sobre alienígenas de revistas como Amazing Stories, cuyas portadas ilustradas con platos voladores aparecieron mucho antes del episodio de Arnold. ¡El repertorio de la ciencia-ficción estaba siendo saqueado por los portavoces de los ovnis!
No importaba; la hipótesis extraterrestre resultó irresistible. A fin de cuentas, la creencia en otros mundos habitados tenía una acreditada solera; surgida en la antigüedad, cobró fuerza con el avance astronómico de los siglos XVII y XIX. La Luna fue el primer astro al que se asignaron habitantes; le siguió Marte con el espejismo de los canales, y luego, Venus. Los comienzos de la exploración espacial contribuyeron a ponerla de actualidad.
La bola de nieve siguió creciendo, imparable. En 1954, una ola de avistamientos extendió a Europa lo que parecía una rareza de Estados Unidos. Curiosamente, a medida que se difundía la creencia en su naturaleza alienígena, las descripciones de los ovnis se modificaron: en vez de discos chatos, ahora se avistaban platillos con una cúpula luminosa: la cabina de sus tripulantes. Un dato revelador de lo influenciables que eran las percepciones.
En lo sucesivo se verían platillos en distintas partes del mundo, si bien su epicentro se mantuvo en Estados Unidos. Las apariciones saltaron allí de las 46 mensuales registradas en 1955 a las 600 del último trimestre de 1957 (los mismos meses del revuelo causado por el Sputnik I), según el cómputo de Edward Condon, director del proyecto OVNI de la Universidad de Colorado.
La sociedad pedía respuestas, los científicos exigían pruebas, y los partidarios de la hipótesis extraterrestre sólo ofrecían testimonios de contactados. Todo se reducía a creer o no a los testigos. Y en Estados Unidos había muchos dispuestos a creer en la llegada de alienígenas. Lo había demostrado Orson Welles en 1938, al asustar a millones de neoyorquinos con un falso avance informativo de radio sobre una invasión marciana en Nueva Jersey.
Los contactados se proclamaron los paladines de un mensaje pacifista que una conjura de científicos, políticos y militares pretendía silenciar. En sus filas no faltaban farsantes y delirantes; pese a ello, sus acusaciones se vieron reforzadas por las evasivas de organismos burocráticos acostumbrados a la opacidad. Sus quejas sobre la hostilidad oficial también tenían una pizca de verdad: a los Gobiernos embarcados en la construcción de arsenales atómicos no les gustaba nada que agitasen sin cesar el espectro del holocausto nuclear.
Las denuncias, amplificadas por la prensa, dieron lugar a sesiones del Congreso de Estados Unidos sobre el asunto en 1966 y 1968, sin que se sacase nada en claro. Entretanto, la expectativa de un contacto inminente con los seres del espacio se intensificó. La NASA incluyó entre sus metas la búsqueda de vida en otros planetas. Recuerda Isaac Asimov que el director Stanley Kubrick contempló asegurar contra tal eventualidad su película 2001, una odisea espacial, pues temía que si se producía antes del estreno, nadie iría a verla. Respetables científicos dieron por segura la existencia de civilizaciones extraterrestres. El astrónomo Francis Drake cifró su número en decenas de miles; el Proyecto SETI comenzó a sondear el espectro cósmico en busca de mensajes radiales de otros mundos, y en 1972, el astrofísico Carl Sagan envió un saludo a los alienígenas a bordo de la sonda Pioneer X.
El contacto no se produjo, pero las acusaciones de encubrimiento continuaron. Su insistencia llevó al candidato a la presidencia Jimmy Carter a prometer desclasificar los archivos públicos sobre ovnis si ganaba. La Cámara de los Lores británica discutió en 1979 una moción para que el Gobierno hiciera públicos sus datos al respecto, que finalmente no prosperó.
En los años siguientes, el fenómeno perdió fuelle. Los datos enviados por las sondas Mariner y Viking desde el planeta rojo derrumbaron las esperanzas de encontrar vida inteligente?”Marte está muerto", anunció un desilusionado titular de US News and World Report?, al igual que la información obtenida con la exploración de Venus y el sistema solar. Los radiotelescopios no captaron ningún mensaje alienígeno; y las expectativas se rebajaron al nivel de encontrar microbios. La hipótesis extraterrestre se debilitó, y los avistamientos se hicieron menos frecuentes y menos espectaculares.


La apertura de los archivos clasificados al acabarse la guerra fría no cambió las cosas. Los contactados se llevaron un chasco. Las autoridades estadounidenses admitieron ocultamientos, pero no de los platillos, sino de vuelos de aviones espías. La Fuerza Aérea confesó que sus investigaciones sobre ovnis buscaban producir "declaraciones públicas falsas y engañosas para acallar el miedo y proteger un proyecto de seguridad nacional altamente sensible". Y los supuestos cadáveres alienígenas ocultados por agentes federales en Rosswell resultaron ser maniquíes empleados en un experimento secreto de aviación. La hipótesis del arma secreta no era tan descabellada.
¿Cómo reaccionaron los contactados a tan demoledoras revelaciones? Unos se replegaron en el misticismo: lo que se planteaba como un problema que requería una respuesta colectiva ?la carrera armamentista? derivó en asunto de salvación individual. Los visitantes, explicaron a sus seguidores, venían para ayudar a los elegidos a acceder a una nueva dimensión.

Otros se obsesionaron con las conspiraciones y abducciones. Los secuestrados acusan a unos seres llamados grises de someterlos a escalofriantes cirugías para quitarles semen u óvulos o injertarles dispositivos de control. ¿Finalidad? Crear la raza que sustituirá al Homo sapiens. Su gran enemigo es la CIA y sus "hombres de negro", agentes dedicados a ocultar evidencias sobre los alienígenas por orden de las grandes potencias, que esconden sus platillos y abducidos a cambio de acceso a su tecnología.
¿Cómo no ver en esos relatos la influencia de viejas películas como El pueblo de los malditos (Reino Unido, 1960), cuyas mujeres, fecundadas de noche por seres de otro mundo, alumbran una raza de niños sobrehumanos? ¿O del argumento de Invasores de Marte (EE UU, 1954), con sus abducidos controlados por implantes en la nuca; y del complot de Quatermass II (Reino Unido, 1955), dirigido a esconder a un peligroso extraterrestre en una base militar?
Otros devotos de los platillos, por último, se abocaron a buscar sus huellas en el pasado y a imputarles desde el bombardeo atómico de Sodoma y Gomorra, convertidas en las Hiroshima y Nagasaki de la antigüedad, hasta la construcción de monumentos ciclópeos (el autor de estas líneas constató en El Cairo la irritación de un guía turístico ante los visitantes que por enésima vez le preguntaban si las pirámides egipcias eran obra de los alienígenas).
Tales especulaciones dieron pie a una sonada broma a costa de los crédulos: los círculos del maíz. Los misteriosos diseños aparecidos en maizales de Inglaterra pasaron durante años por mensajes a los extraterrestres o pistas de aterrizaje de platillos. Finalmente, los ingleses Doug Bower y Dave Chorley confesaron haberlos realizados con sogas y estacas. El juego del escondite de los ovnis comenzaba a ser motivo de guasa.
En España no faltaron los avistamientos de luces extrañas ni los hallazgos de humanoides; pero su principal aportación al fenómeno ovni se produjo en 1966, al diluirse las esperanzas de vida en Marte. En aquel año, los creyentes en los platillos encontraron un recambio en el planeta Ummo. El contactado Fernando Sesma anunció haber recibido mensajes del misterioso astro y aportó fotografías de una nave avistada en el barrio madrileño de San José de Valderas. Las fotos, publicadas por el diario Informaciones el 2 de junio de 1967, resultaron ser un montaje hecho con un plato de plástico colgado de un hilo por José Luis Jordán Peña, según confesó más tarde. "Lo más increíble", declaró, es que "comencé a entrevistar gente que decía haber visto el platillo".
El fiasco hizo surgir una camada de investigadores críticos que buscaron una explicación natural a los avistamientos, sin abandonar la hipótesis extraterrestre. Posteriormente aparecieron periodistas que han hecho de lo misterioso una salida profesional, un periodismo especializado ejercido en revistas y programas televisivos donde los ovnis se codean con el santo sudario o el monstruo del lago Ness. "Ya no se preocupan por aclarar los hechos; sólo buscan la explicación paranormal", observa Luis Alberto Gámez, uno de nuestros mayores expertos en platillos voladores.
Su empeño desmitificador le ha valido disgustos: recientemente, un juez le condenó por tildar de "estafador" al periodista y escritor Juan José Benítez. Gámez no sale de su asombro: "Creía que decir en un documental de televisión que un poder mágico permitió transportar las estatuas de la isla de Pascua, sentar a Jesús en el Coliseo romano años antes de que el edificio existiera y sostener que los astronautas del Apolo 11 encontraron ruinas extraterrestres en la Luna era tergiversar la historia, mentir e intentar engañar al público. Parece que estaba confundido".
¿Qué ha quedado del fenómeno ovni? La falta de pruebas ha impedido a los científicos dilucidar el enigma, si bien el escepticismo es la postura dominante. Ninguno de los numerosos contactados que afirmaron haber subido a un platillo logró volver con un suvenir, un trozo de metal ultra terreno o un lanzar rayos; en fin, algo que zanjase la controversia de una vez por todas.
En definitivas cuentas, todo lo que resta son unas fotografías más o menos borrosas, unos cuantos libros y una montaña de recortes de diarios y revistas, pues el papel jugado por los medios de comunicación en su difusión ha sido enorme (no parece un detalle secundario el hecho de que los platillos se dieron a conocer en verano, una temporada de sequía informativa).
Para la psicología y la antropología sí existen documentos analizables: las declaraciones de los testigos. Éstas les han permitido clasificar los ovnis dentro de las leyendas urbanas, esas creencias extraordinarias que se transmiten como rumores y se repiten de un país a otro con ligeras modificaciones. De ese modo, los contactados pasaron a engrosar el variopinto colectivo de los que dicen haber visto al autoestopista fantasma, al motorista solidario y al monstruoso Big Foot de los bosques estadounidenses.
El semiólogo Roland Barthes lo tenía claro: los platillos son una fantasía colectiva nacida como reacción a la carrera armamentista; un mito celestial, porque "en el cielo es donde aparece la muerte atómica". En los años cincuenta y sesenta, de arriba podían llover misiles; hoy, del cielo no esperamos nada bueno ni malo. Ante la indiferencia, los ovnis se esfuman como un sueño.
Ahondando esa línea de interpretación, Dominique Caudron, experto francés en ovnis, recuerda que los extraños objetos voladores, lejos de ser privativos de la era nuclear, se remontan a la Francia de finales del siglo XVIII, poco después de los vuelos de Montgolfier. "La psicosis de las aeronaves fantasmas se inició a continuación de las experiencias que introdujeron el aerostato, la primera máquina voladora, en el imaginario de la época", sostiene. Las visiones de globos desconocidos siguieron en el siglo XIX, destacando el avistamiento en Francia de un inmenso globo rojo en 1873 y de un aerostato provisto de un poderoso reflector en 1884.
Dichos objetos cambian de forma en sintonía con la evolución de la aeronáutica. Con los zepelines aparecen extraños cigarros voladores; con la aviación, aeroplanos misteriosos (en 1910, los neoyorquinos avistan un avión negro; en 1933, Escandinavia sufre una invasión de aeronaves fantasmas; e igual ocurre en Austria e Inglaterra en 1937). Tras la última guerra mundial, y fresco el recuerdo de los cohetes V-1 y V-2 lanzados por Hitler contra Londres, vuelven a proliferar los cigarros voladores.
Caudron vincula esos 'dobles fantasmales' al paso de las concepciones místicas a la visión laica de la astronomía. La imaginación colectiva reaccionó poniendo aeronaves sofisticadas y enigmáticas donde antes creía ver espíritus y dragones, y depositó en ellas sus terrores y esperanzas. Los platillos representan la última etapa de la serie, cuando del cielo surcado por satélites y misiles bajan alienígenas angelicales a salvarnos del apocalipsis atómico.
No es casual, por otra parte, que el fenómeno ovni surgiese en un país a la vanguardia del avance científico y a la vez intensamente religioso; una nación donde el contencioso entre la ciencia y la fe dista de haberse resuelto, como indica la controversia sobre la enseñanza en las escuelas de la teoría de la evolución; un medio donde se producen peculiares mezclas de elementos científicos y religiosos, visibles en la creencia de adventistas, mormones y evangelistas en la existencia de extraterrestres inteligentes; o en la Iglesia de la Cienciología, cuyo fundador, el escritor de ciencia-ficción Ron Hubbard, combinó creencias gnósticas con la idea de que unos alienígenas inmateriales y bondadosos, los thetans, fueron confinados en la Tierra por un déspota galáctico hace 75 millones de años. Los humanos, precisa, estamos "ocupados" por los thetans, el sustrato de nuestra condición inteligente. La nebulosa ovni, por último, con sus contactados que evocan las apariciones marianas y su fascinación por la alta tecnología (extraterrestre), subraya la dificultad de separar ciencia y religión en ese entorno cultural.
Ese cúmulo de circunstancias habría llevado a tantas personas a creer de buena fe en lo que en muchas ocasiones era una puesta en escena de tópicos de la ciencia-ficción. El caso extremo lo representan los abducidos. Si los ovnis, como apunta el antropólogo Bernard Meheust, nos recuerdan que el hombre contemporáneo mantiene viva su facultad de fabulación mítica, las abducciones sugieren que además conserva el don de entrar en estados de trance, aunque no para comunicarse con el Más Allá como antaño, sino para expresar temores a los avances en medicina reproductiva.
Hoy, los ovnis han salido de los titulares de prensa para incrustarse profundamente en la cultura de masas. Lo prueba el éxito de la serie televisiva Expediente X, un hábil reciclado de relatos de contactados. Las máscaras de los grises se han vuelto habituales en las fiestas de disfraces. Y los platillos revolotean a sus anchas en películas como Independence Day.
"Se han vuelto parte del acervo de creencias populares", señala Javier Armentia, director de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, dedicada desde hace más de veinte años a luchar contra las seudociencias. Lo que a él le preocupa es su legado de desconfianza en las instituciones públicas (según la última encuesta Gallup, el 76% de los estadounidenses cree que las autoridades ocultan información sobre los ovnis). "El recelo indiscriminado alimenta un escepticismo radical, responsable de que muchos piensen que la llegada del hombre a la Luna fue un montaje de la NASA", opina. "Eso revela una incapacidad crítica de la sociedad, que puede servir de base a toda clase de teorías conspirativas".




CLASIFICACIÓN DE AVISTAMIENTOS
Debido a la gran cantidad de reportes de avistamientos de Ovnis que se recibieron en el mundo a partir de la década de los cuarenta, fue necesario clasificar sus apariciones.CLASIFICACIÓN HYNEKEl astrofísico y profesor de astronomía norteamericano Josep Allen Hynek, fue quien creó esta clasificación de los avistamientos; la más usada en el mundo. Hynek participó en los proyectos Blue Book, Sing y Grudge. Su mérito fue el vencer el escepticismo inicial y afirmar públicamente ante sus colegas, que existe una realidad Ovni que es de origen Extraterrestre. Hynek falleció en 1996 y hoy su obra es recordada por cada uno de los integrantes del Center for Ufo Studies, entidad que él fundó.
OBSERVACIONES A DISTANCIA
Luces Nocturnas (LN): Se ve como una luz que hace evoluciones en la oscuridad, sin entregar mayores detalles. El mayor número de casos de avistamientos, a nivel mundial, corresponde a esta categoría.


Discos Diurnos (DD): objetos que se ven a plena luz del día. Permiten hacer un análisis y reflexión sobre la causa de la aparición.



Radares Ópticos (RO): Suceso captado simultáneamente por un testigo y aparatos técnicos de rastreo (como radares).


ENCUENTROS CERCANOS
Primer Tipo (EC1): Observación de objetos dentro de un radio de 150 metros del observador. No existe interacción entre Ovni-Testigo u Ovni-Entorno.



Segundo Tipo (EC2): Observación de objetos que han dejado una constancia o evidencia en su paso. Quemaduras, parálisis u otros tipo de daños a seres humanos o animales, alteración en el funcionamiento de los motores de los automóviles, interferencias en las emisiones de radio y televisión, huellas de aterrizaje, etc.
Tercer Tipo (EC3): Se trata de casos en los que existe una interacción entre los tripulantes de una nave y el testigo.




Cuarto Tipo (EC4): Caso de abducción, es decir el secuestro temporal de personas o animales por parte de los ocupantes de un Ovni










COMENTARIO DEL EQUIPO:
Nosotras podemos concluir que todo esto es una farsa a pesar de que la investigación fue divertida y asombroso nos dimos cuenta en cada texto e información que leíamos que todas las imágenes eran fotomontajes diseñadas para este tipo de mentira.
Solo le podemos recomendar que lea toda la información que aquí le ofrecemos pero que no sea los creo porque TODO ES UNA VIL FARSA.